sábado, 2 de junio de 2012

Savia vencida



En un río repleto de  hojas sin rumbo quedo el último eslabón de mi poesía
Fantasma de otros vientos -cobijados bajo piedras- avisaron tempestades
Y subí al árbol que sostiene la última estrofa de mi canto,
El  
 último sonido de la música que ahogue en aquellas ramas que crecieron bajo mi cielo, bajo mi viento, en el manantial donde triunfante me escondió la cascada.
Y movida por la brisa en aquel tronco disfrute, -en silencio-,
la  ultima savia de tú beso 

y vi como la luz me banaba.


Entonces  baje a mi campo de verdores inolvidables
y camine  por mi ciudad, ahora resbaladiza y apuntalada
y escribí un nuevo poema sobre cristales acerados, luces vespertinas  y muros que se deshacen frente a los humos del tiempo.

Busque un parque que inspirara mi mirada
busque una suiza para que me nina saltara
busque tu mano para sujetar mi rodilla
y no encontré nada


Transeúntes olvidadizos
con bolsas biodegradables 
viajeros que caminan a la espalda del tiempo sobre pisadas que guarda el asfalto caliente era la única visión de mi mirada.


 Se desmotivo mi alma y aunque
Intente no pude completar el verso y agitada regrese al río,
me abandone en la orilla por donde cursa el agua y aunque encontré  reposo sentí deshabitada mi alma: estaba ajena en mi ciudad y aquí mi árbol perdió su ramas.





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